Jesús que vas "ataíto"
con cordeles y desnudo,
dame un granito de fe,
para comprender el mundo.
Tú que penas, tú que sufres,
caminando en soledad,
te pido para mis males
pan, trabajo y libertad.
Jesús de Medinaceli
perdona nuestros pecados.
Si volviéramos a verte
serías crucificado,
¡por los que dicen quererte!
Caminito del calvario
y cuando la sed le ahogaba,
le dieron para beber,
¡vinagre y agua salada!
Te ayudó a llevar la Cruz,
un hombre humilde del pueblo,
y yo te juro, Jesús,
que aun quedan Cirineos
que conservan su virtud.
Jesús, escucha este canto,
de un humilde pecador
que se marchó y vuelve a ti,
pa’ compartir tu dolor.
Siete puñales "clavaos"
te traspasan de dolor,
viendo subir al calvario
¡a tu Hijo, el Redentor!
Pilatos te condenó
ante el pueblo soberano.
Han pasado veinte siglos,
y otros se lavan las manos.
El gallo cantó tres veces,
y prendieron a Jesús,
y los sayones le llevan
bajo el peso de la Cruz.
La Magdalena lloraba
al ser limpia de pecado,
los hombres la condenaban,
Jesús la había perdonado.
Tienes el color moreno
tu carita de azucena,
y tienes tan blanca el alma
con cordeles y desnudo,
dame un granito de fe,
para comprender el mundo.
Tú que penas, tú que sufres,
caminando en soledad,
te pido para mis males
pan, trabajo y libertad.
Jesús de Medinaceli
perdona nuestros pecados.
Si volviéramos a verte
serías crucificado,
¡por los que dicen quererte!
Caminito del calvario
y cuando la sed le ahogaba,
le dieron para beber,
¡vinagre y agua salada!
Te ayudó a llevar la Cruz,
un hombre humilde del pueblo,
y yo te juro, Jesús,
que aun quedan Cirineos
que conservan su virtud.
Jesús, escucha este canto,
de un humilde pecador
que se marchó y vuelve a ti,
pa’ compartir tu dolor.
Siete puñales "clavaos"
te traspasan de dolor,
viendo subir al calvario
¡a tu Hijo, el Redentor!
Pilatos te condenó
ante el pueblo soberano.
Han pasado veinte siglos,
y otros se lavan las manos.
El gallo cantó tres veces,
y prendieron a Jesús,
y los sayones le llevan
bajo el peso de la Cruz.
La Magdalena lloraba
al ser limpia de pecado,
los hombres la condenaban,
Jesús la había perdonado.
Tienes el color moreno
tu carita de azucena,
y tienes tan blanca el alma
como negras son tus penas.