Padre mío Nazareno
que caminas entre lirios
llevando la cruz a cuestas.
¡Ojalá te sirva de alivio,
el cante de la saeta!
Luceros de dos en dos,
estrellas de cuatro en cuatro,
van alumbrando al Señor
la noche del Jueves Santo.
La corona del Señor
no es de rosas ni claveles,
que es de junquillos merinos
que le traspasan las sienes
a ese cordero divino.
Todas las madres tienen pena,
pero la tuya es mayor
porque delante lo llevas,
atado de pies y manos,
que caminas entre lirios
llevando la cruz a cuestas.
¡Ojalá te sirva de alivio,
el cante de la saeta!
Luceros de dos en dos,
estrellas de cuatro en cuatro,
van alumbrando al Señor
la noche del Jueves Santo.
La corona del Señor
no es de rosas ni claveles,
que es de junquillos merinos
que le traspasan las sienes
a ese cordero divino.
Todas las madres tienen pena,
pero la tuya es mayor
porque delante lo llevas,
atado de pies y manos,
a tu Hijo el Redentor.